¿Entre qué cosas elegimos? ¿Cuáles son esos “modelos de país” entre los que se dice que elegimos?
Superficialmente elegimos “derecha” o “izquierda”, “capitalismo” o “socialismo”.

Visto un poco más profundamente elegimos entre dos contendientes históricos: peronismo de derecha contra peronismo de izquierda. A tal punto es así que el Radicalismo, que no formó parte de la lucha, hoy desaparece. Un radicalismo de base centro-izquierda, que, antes que desaparecer, intenta aliarse a la derecha argentina traidora que se alía con intereses extranjeros contra los nacionales a través de Sánz (http://www.telam.com.ar/notas/201503/98086-convencion-radical-sanz-impuso-alianza-con-pro.html) y aun así, Macri lo dejó de lado firmando la sentencia de muerte del radicalismo. Macri, que inaugura un busto de Perón mostrando su alianza con la derecha peronista que llevó su interna partidaria de comienzos de los 70’ a la política nacional y luego se escapó dejando el fardo a los Militares.
Entonces, lo que votamos es, en definitiva, derecha peronista contra izquierda peronista.
Porque el peronismo actual no es ya un partido político, sino un Consorcio de Poder. No importa quién gane el favor del votante ni a qué partido pertenezca, deberá aceptar las condiciones del consorcio o será combatido. Todos los gobiernos, apenas asumir, reciben la visita de un enviado que porta una carta con los puntos (objetivos de gestión) detallados que deberá lograr en su gestión para no ser combatido pro el consorcio.
En un plano más profundo votamos entre la gestión visible o solapada del Nuevo Orden Mundial.
La cara visible son los intereses económicos a través de bancos y empresas inversionistas (los fondos buitre, FMI, etcétera que destruye países por quiebra a través de deudas externas o los recupera por invasión de sus empresas como en medio oriente). La cara no visible es la que promueve la izquierda como movimientos revolucionarios o como gobiernos que ahora tienen la forma de populistas y que gestionan por depauperación del poder adquisitivo justificado en Acción Social (los planes “descansar”, subsidios, etc.) tal que el país se funde, igual que con el otro sistema pero por una vía opuesta. Votamos el método por el que vamos a la quiebra, pero no votamos evitar la quiebra.
Con Macri votamos volver al 2001, con Scioli votamos llegar a ser como Haití económicamente y como México en el sentido del avance narco.
La violencia o moderación con que esos objetivos se cumplan es una negociación que parece haber realizado Cristina en su viaje a EEUU último para hablar con los “Jefes”.
Muchos de los que sienten simpatía por el Kirchnerismo están también en contra de la Globalización y las políticas que están decepcionando a toda la población europea. Suelen reconocer que hay un supergobierno condicionando a los gobiernos y lo asocian a intereses económicos y corporativos (hablar de los Buitres como banqueros o de la “Corpo” como una organización mafiosa y condicionante de gobiernos). Algunos entienden que hay un real gobierno mundial en afianzamiento y que esa negociación de las potencias por definir el tamaño de su porción de la torta es lo que vemos como conflicto internacional en el presente.

Estas personas no suelen recordar que Cristina gritaba en los actos públicos que no quería discutir con empleados (hablando de los Fondos Buitre) y que reclamaba hablar con los jefes. Pues los Jefes de los Fondos Buitres son ese gobierno mundial. El tema se calmó cuando pudo hablar con los Jefes y negociar con ellos. El resultado lo podemos apreciar en un discurso de Timerman en el G20 (donde están los “Gerentes” de los” Jefes”). Allí dijo que estamos a favor del Nuevo Orden Mundial, pero con desarrollo y justicia social (https://www.youtube.com/watch?v=0k0r73r6jjg) Esto significa una muerte lenta, suave, con anestesia, como con Vívere… (nosotros no somos potencia en ese New World Order, por el contrario, somos las reces en el corral. Todo lo que decimos es que los chanchos estaremos más dóciles a la hora de ir al matadero y seremos más ricos en la cena si estamos bien alimentados en lugar de raquíticos y haciendo quedar mal al anfitrión).
Pero, volviendo a la parte local, que es la que podríamos manejar, nos encontramos nuevamente en la dupla que viene luchando desde fines de los 50’s en Argentina: Derecha-Izquierda que ha tomado la forma de Montoneros-Militares en los 70’s, Alfonsín-Menem en los 80’s y ahora se presenta como Scioli-Macri. Vamos votando alternativa por uno u otro contrincante y perpetuando esa lucha interna donde ambos contendiendes son marionetas de cuyos cuerpos vemos salir los hilos que van hacia arriba, hacia el norte, donde podemos ver las manos Derecha e Izquierda del Titiritero cuyo rostro queda oculto tras el “teatrito”.
En esta lucha donde cada uno toma la vara y castiga al otro y cuando cambiamos el voto lo que sucede es que la vara cambia de mano y los roles se invierten sin terminar la contienda, nosotros somos los tontos que no salimos de esa dualidad hacia lo que realmente deseamos: esa paz, esa prosperidad que todos nos venden y nadie cumple… ¿o será que realmente no queremos eso y ocultamos nuestro morboso deseo de violencia tras un pedido de paz?
Ahí tenemos el artículo de La Nación (http://www.lanacion.com.ar/1847930-no-mas-venganza) donde se acusa con buen grado de verdad, pero son saña, a los movimientos actuales contra los militares en una clara apología del delito que no es tal por la amnistía de Cámpora y se miente descaradamente con un “No más venganza” que significa realmente “es nuestro turno de volver a vengarnos”. Usando esto para responder a la pregunta anterior: decimos paz cuando tomamos la vara para hacer la guerra. O damos la razón a uno u otro sin más miramientos alentando la continuación de la venganza “eterna” que han encarado o votamos a uno y otro de modo de dar nuestra bendición para la continuación de la estúpida guerra.

Yo (opinión personal) considero al menos siete factores de corrupción, siete subversiones implícitas en este “odio ancestral” que no tiene sentido de ser.
1) La izquierda argentina, tradicionalmente de cultura humanística, administrativa y de empleado público, pasa a ser guerrillera sólo por influencia política y económica del extranjero. Esta corrupción del extranjero sobre nosotros no suele ser tenida en cuenta en el análisis de los “modelos de país”.
2) El modelo guerrillero más fuerte se situó en Montoneros, ala izquierda del peronismo, tal que era una lucha interna del peronismo equilibrar sus alas.
La segunda corrupción es que el peronismo no actuó en su depuración interna y llevó su interna a nivel de política nacional. Esta subversión de valores llevó a la posterior complejización del escenario y a no poder afrontarlo, recurriendo finalmente a incluir a un tercero que no tenía nada que ver en el asunto: los militares.
3) Los militares actúan como fuerza pública en respaldo del sistema institucional, acorde a lo que prevé la constitución y por pedido del presidente electo, legal y en funciones en ese momento dentro del marco de una emergencia de seguridad nacional. En ese marco, no es parte del conflicto, sino un tercero convocado para poner orden, no tiene ideología propia que lo movilice sino que responde a quien debe: al gobierno oficial de ese momento. Es una nueva corrupción el incluir a la FFAA en la lucha ideológica al decir que ha tomado partido por una parte (aunque haya algo de cierto en que internamente las FFAA han tenido luchas y también asesinatos por los que estaban de un lado o de otro y que luego una fracción haya tenido apetencias políticas, es decir, esto es cierto, pero no afectaba lo suficiente a su accionar como para considerar que las FFAA eran un actor político más). Tampoco se incluye el concepto de exceso en el uso de facultades porque tampoco conforma un rasgo político por muy atroces que hayan sido.
4) El ala de la derecha peronista pide auxilio contra la izquierda peronista y al intervenir los militares se produce una cuarta corrupción: los que, desde la política debían actuar y no actuaron, se ocultaron evadiendo las consecuencias políticas y cargaron la responsabilidad a los militares. Esto implicó una corrupción política y una traición.
5) Los Montoneros fueron amnistiados por Cámpora, los militares no. La injusticia es clara, o se juzgaba a todos o se amnistiaba a todos (Alfonsín y el “punto final”). La negativa de los amnistiados a que se amnistiara a sus enemigos no era aceptable y su implementación implica otra corrupción y traición.
6) Los delitos de Lesa Humanidad no prescriben y son reclamables en cualquier foro internacional. El hecho de que la derecha argentina no haya denunciado internacionalmente a los montoneros amnistiados para revertir la acción de Campora implica la corrupción y subversión de mantener la injusticia evitando que se puedan calmar las luchas. Y el hecho de que ninguna organización externa haya reclamado lo mismo desde allegados a militares para que se juzgue por lesa humanidad a los montoneros amnistiados por Campora implica una aceptación de la injusticia por omisión.
7) Que la sociedad en su conjunto siga dividida entre los que están a favor de unos y de otros significa que el enemigo exterior sigue haciendo su juego, nosotros seguimos siendo tan tontos como para no ver lo obvio: que si la policía actúa en un robo no lo hace en favor de una u otra parte sino en cumplimiento de la ley.
Evidentemente, la aceptación de la responsabilidad de la sociedad por la mala acción de uno de sus partidos políticos y no haber sabido castigarlos desde el voto, desde la representación, desde los medios, desde la voz popular, implica un dolor que nos lleva a enterrar la cabeza en el suelo y dejar todo como está en lugar de mirar de frente a lo que nos duele y solucionarlo. Este es otro punto de corrupción y subversión de valores.
En fin, resumiendo, nuestra actitud “pendeja”, falta de adultez social de la población, nos lleva a seguir peleando contra los nuestros en favor de un enemigo externo mientras nuestro dolor e inmadurez para afrontarlo hace que no veamos el daño que nos hacemos todos los días al mantener ese odio funcional en el tiempo por medios artificiales.
Por todo lo dicho creo que, al igual que en otras muchas áreas, no veo solución a este odio por la vía de la acción política o institucional: Mientras el alma de nuestro pueblo no crezca, no madure, lamentablemente, no veo solución. Porque los pueblos no mejoran por sus instituciones sino por la calidad de su gente y esa es la única riqueza o pobreza de una nación, es su única moneda, su único PBI y la piedra fundamental de la parte de su destino que depende de su libre albedrío.